jueves, 5 de agosto de 2010

-Por siempre a tu lado- (1ra entrega)

-Por siempre a tu lado- “Tengo ganas de volver” 

Hoy es 14 de febrero, recuerdo que hace un año exactamente pasé por su casa muy temprano. Al llegar, ella posaba en la ventana, esperando impacientemente como siempre, -"la luna en el día. Que hermosa estas"-. 

Llevaba en mi mano la rosa que pronto le entregaría, junto con la pequeña sortija símbolo de mi amor eterno.

14 de febrero, día de la amistad y del amor, o día de san Valentín como se le conoce en otras tierras. 

- Hola linda, estas radiante- fueron mis palabras al acercarme a dicha ventana

Ella sin mediar palabras me abrazó sacando medio cuerpo de la casa. Unas lagrimas brotaban de sus ojos, pues sentí mi hombro humedecerse. La aparté y pregunte:

-¿por qué las lagrimas?, hoy es un día especial. 

-Hoy he sentido el corazón marchito, entristecido, como si te perdiese, hoy estoy nostálgica, hoy mis labios no quieren separarse de ti- fue la respuesta de mi gran amor. 

-Tranquila, no voy separaré nunca de ti. 

Tomados de la mano, abordamos el transporte público, sería un día completo junto. Enamorados, ángeles corriendo entre las nubes, un par de niños felices por siempre.

14 de febrero para la historia de nuestro amor, un tatuaje y un amor. Almorzamos en un reconocido restaurante de comida rápida. Caminamos por cada boulevard, por cada calle, por las fluidas venas de esta ciudad, sonriendo, besándonos, abrazándonos, riendo y cantando a coros canciones de amor, tarareamos mi corazón seguirá de Celine Dion, y nos imaginamos en un crucero repitiendo la famosa escena del titanic. 

-Tanta cursilería no cabe en esta maltrecha ciudad, le susurré al oído. 

Mis planes eran culminar la universidad, había congelado los estudios por motivos económicos, y al culminar , tomarla entre mis brazos y llevarla lejos al fin del mundo, al pueblo mas pequeño y acogedor del mapa, lo mas lejos del peligro y la violencia que consume este gran trozo de tierra. 

El sol estaba ocultándose, el astro rey debía descansar. Vendría la que siempre fue mi musa antes de ella, la noche. El día siempre oculta los poetas que la noche destapa, y las palabras navegan por el mar de la oscuridad bajo la guía de las estrellas. Pasamos frente a un viejo motel, de apariencia desagradable, uno que mis bolsillos podrían pagar la dicha de sentir el cálido cuerpo de mi amada, mezclar nuestro sudor al mismo ritmo que nuestras lenguas enredadas. Y así fue la lujuriosa noche, empezamos batallando los cuerpos entre las sábanas de aquel barato motel. Besé cada minúsculo milímetro de su cuerpo, nos entregamos como nunca , sentía que el aire se acababa y respiraba solo la pasión de su aliento. Mas descriptivo no puedo ser. 

Después de la pasión, nos quedamos en silencio con la mirada fija el uno al otro, dejamos que los ojos lo dijeran todo, y yo acariciaba lentamente sus mejillas con mis dedos mientras recuperaba la respiración. Nos amamos en exceso, como si fuera nuestra última vez. 

Un reloj de agujas sobre una vieja mesa de dormitorio, anunciaba con desprecio que el tiempo de estar allí se agotaba, no contaba con una sola moneda o billete que nos diera unos minutos extra. Le dije que era hora de irnos y comencé a vestirme, pero ella me tomó entre sus brazos, y sollozando lagrimas suplicaba quedarnos un tiempo más, y exclamaba con desesperación que no quería perderme.

Consternado, le pedí que se calmara, habrán días infinitos para volver a estar uno sobre el otro. Se relajó al fin entre mis brazos, y luego se vistió lentamente acelerando cuando el conserje del motel golpeó la puerta gritando ‘su tiempo se terminó’, palabras que quedaron grabadas en mi memoria, hasta la noche que pueda volver. 

No había luna esa noche, las nubes negras ocultaban las estrellas. El dulce olor de la lluvia amenazando volcarse sobre la ciudad y el frío arropaba a sus habitantes. 

Caminamos abrazados, me quedé sin dinero para pagar el transporte público. Era sumamente tarde, el amor nos hizo perder la noción del tiempo, para amar no se necesita tiempo, se necesitan corazones.

Caminamos largas cuadras, pero por cada calle parecía más lejos el destino al hogar. Ella temblaba un poco, por un momento pensé que debido al frío, luego comprendí que estaba nerviosa.

-No tengas miedo linda- dije al entrar en una calle donde la electricidad falló.

Ni un destello de iluminación, "maldita ciudad" pensé. 

Ella temblaba cada vez más rápido, y se aferraba a mi tan fuerte como podía. Jamás la noté tan asustada, siempre fue tan osada y valiente que su comportamiento causaba en mí cabeza los más extraños pensamientos y sensaciones. 

-La noche acogió dentro de sí dos tórtolos que paseaban por la acera, protegiendo sus almas, protegiendo su amor-, improvisé esos versos para intentar calmarla. 

La fortuna no nos acompañaba, la lluvia cumplió su amenaza y calló sobre nosotros. Grandes gotas de agua sin parar. 

Empapados corrimos hasta el toldo de una cafetería cerrada, y allí empecé a besarla para ofrecerle fortaleza y seguridad. 

De pronto, sentí un objeto frío en mi espalda, el frío de un metal, al voltear, cuatro hombres de mal aspecto, armados, el metal frío se trataba del cruel invento de Samuel colt, el invento que llevó a la sociedad a su máxima expresión de decadencia. 

-Dame el dinero y las joyas, y no les va a pasar nada.

Entregué mi billetera, ella entregó su cartera.

-Es lo que tenemos- dije. Por supuesto, no había nada de valor. 

El maleante que apuntaba con el revólver, al notar que estaban vacías, furioso reclamó, agitado nos exigía que les diéramos algo, lo único que pude ofrecer fue la sortija barata que horas antes había regalado como obsequio para ella la cual aun no había puesto en sus dedos, confiando en que así quizás nos dejarían ir en paz. 

-Esto no vale nada. Tienen que pagar- seguido de esa última frase el estruendo se escuchó como un relámpago.

Fue el sonido de la bala que entró en mi pecho. Junto con el dolor sentí el ardor del impacto, pero el dolor más grande fue ver mientras caía al suelo a mi amor asustada llorando y suplicando. La dejé sola ante aquellos malnacidos. 

Desde el suelo mojado, agonizante, observé a aquellos individuos, hijos del mal, abusando de la otra parte de mi pecho que no fue baleado. Se cerraron mis ojos, con las ultimas imágenes tan crueles. No pude levantarme y proteger a mi amada. Morí. Se terminó mi tiempo, como dijo el conserje del motel.

Hoy es 14 de febrero, un año después del evento fatal, el que debió ser un día de felicidad plena, sin embargo se convirtió en la tragedia que hoy me tiene sin descanso. 

-¿Dónde estará mi amor? ¿donde está la otra parte de mi corazón? ¿Tengo ganas de volver? 

Debo encontrarla, pero primero, mi alma tiene que limpiarse, pues se ensució de rojo oscuridad, se enmugreció con sangre de sombras, tengo que limpiarla,

-Venganza es mi claridad. Tengo ganas de volver, y voy a volver, para descansar en paz. 

J. Nicolás Rojas (2010).

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